
No querías sopa, pues toma dos tazas. Quizás esta frase, ideal para relleno de dulces en restaurantes asiáticos, fue el detonante para cuatriplicar en el huerto de la Cuña Verde el l número de composteras que es habitual encontrar en un huerto urbano comunitario.
Allí disponen de una tetracompostera, diseñada y construida por sus agrourbanitas a partir de maderas recicladas de palés, que les permite producir compost biológico para abonar la tierra de los bancales, árboles y arbustos del huerto.
Las cuatro zonas de la compostera almacenan la materia necesaria para producir compost, semicompost y el compost ya maduro. En una zona exterior a las composteras disponen la materia seca (hojas y ramas), que mezclan en la compostera 0 con diferentes materiales orgánicos (basura aportada por los hortelanos y restos verdes generados en el huerto), si es necesario, se añade agua para humedecer la mezcla y se remueve la masa para oxigenarla.
Cuando el compost fresco o semidescompuesto, almacenado en la compostera 0 es excesivo, lo pasan a la compostera 1 de reposo para que madure más lentamente; y de ésta pasará a la compostera 2 donde terminará de madurar. Finalmente, cuando ya esté maduro, es decir, convertido en mantillo, se traslada a la compostera 3 para su posterior uso como abono.
En su primer año de vida (de octubre de 2019 a octubre de 2020), y gracias a la colaboración de todos los hortelanos y jardineros de la zona, la compostera nos ha permitido producir más de 1.500 kg de compostaje orgánico.
En nuestro caso, estimamos que nuestro compost se forma aproximadamente a partir de la mezcla de material seco (30%) con restos orgánicos de nuestras casas (35%) y restos de materia verde de cosechas y siega de malas hierbas (35%). De esta forma, calculamos que durante este año hemos sido capaces de reutilizar 450 kg de basura, 525 kg de materia verde y 525 kg de materia seca.